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Aventuras de un cubano en México

OPINIONES

03-04-2023


Aventuras de un cubano en México IFOTO: Baja News

Aventuras de un cubano en México IFOTO: Baja News

Redacción BajaNewsMx
Editorial bajanews.mx| BajaNews
Publicado: 03-04-2023 12:43:03 PDT
Actualizado: 03-04-2023 15:17:18 PDT

“Algún día estaremos en una de esas filas y conoceremos México”

Por Julio César Perea 

 

En 1991 me habían publicado una novela que fue un éxito tanto de venta como de público. De la noche a la mañana había dejado de ser “nadie” como habían vaticinado algunos familiares y amigos. Los lectores anhelantes que hacían fila los sábados ante las pocas librerías de La Habana, donde se venderían tres o cuatro nuevos títulos editados por el Instituto del Libro y que no siempre coincidían con el gusto de las mayorías, pagaban por el mío en las librerías de compra y venta de uso, hasta diez veces su valor original y era un libro que no se solía prestar, porque había adquirido la mala costumbre de no ser devuelto. 

 

Muchas personas se quejaron a la editorial por no hacer una reimpresión, otros se dirigieron a la televisión para que hicieran una serie, pero siempre se argumentaba que el Estado no tenía presupuesto para enfrentar una obra de esa magnitud y que requeriría recrear el ambiente de cincuenta años atrás. 

 

En fin, en el 2016 –un cuarto de siglo después--, me contactaron para hacer una reedición, pero el pago que me proponían me parecía poco significativo, por lo que decidí investigar con alguien que supiera sobre los derechos de autor, y fue así como me reencontré con mi actual esposa, a quien había dejado de ver durante cuarenta y cinco años y que fuera el gran amor inconfesado de mi juventud. 

 

En esos momentos tenía algunos amigos, pero ni un solo familiar en Cuba, o sea, aunque nunca me resentí por vivir o estar solo, lo cierto es que lo estaba. Comenzamos a salir y poco a poco se fue concretando la relación, aunque ya tenía en mis espaldas la friolera de setenta años.

 

Fue en estas circunstancias que mi hijo vino a Cuba por primera vez, acompañado de su esposa. La emoción por su llegada he decidido no describirla. Fueron unos días inolvidables, algunos de ellos en un hotel en Varadero, una de las playas más hermosas del mundo y que yo no me hubiera podido costear. 

 

Pero hete aquí que a mi hijo se le ocurrió la idea de invitarnos a visitar Tijuana. Nos presentamos en la embajada de México donde había una fila inmensa de personas citadas para entrevista, con la intención de que mi nuera entrara y preguntara qué debía hacer para que se pudiera concretar la visita, pero –tal como dice una canción cubana: “Esto solo se da en Cuba”— nos tropezamos con un custodio en la puerta que se le cuadró como un húsar y le dijo que aunque fuera nacida en México, debía concertar una cita, de lo contrario, no podría entrar.

 

O sea, el custodio cubano le prohibía a una ciudadana mejicana entrar en la embajada de su propio país. Ella se sintió desconcertada ante semejante atropello o estupidez, pero nosotros, los tres restantes, éramos cubanos y nada podía extrañarnos, porque para nosotros era como el pan nuestro de cada día. Estamos acostumbrados a ver cosas mucho más absurdas y a no protestar, porque los custodios de las embajadas pertenecen a uno de los distintos cuerpos de la policía.

 

Existe una fórmula no escrita que dice: “Toma a una persona ignorante y sin importancia, entrégale un poco de poder, por pequeño que sea, y habrás fabricado un tirano”. Tal fue el caso. Nos fuimos de allí con una mezcla de frustración e impotencia.

 

Sin embargo, al despedirlos en el aeropuerto, le dije a mi esposa –que todavía no era mi esposa--: “Algún día estaremos en una de esas filas y conoceremos México”.