Las remesas enviadas desde Estados Unidos hacia México sufrieron una fuerte caída del 12% en abril, alcanzando un total de 4 mil 761 millones de dólares. Esta disminución ha encendido las alertas entre autoridades mexicanas, ya que estos recursos representan una fuente vital de ingresos para millones de familias en el país.

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El descenso ocurre en un contexto de creciente incertidumbre política en Estados Unidos, donde el Congreso aún no ha tomado una decisión respecto a la posible imposición de un impuesto a las remesas enviadas por migrantes. Aunque la medida no ha sido aprobada, la sola expectativa de su implementación ya genera preocupación entre los connacionales.

Desde hace algunos meses, la Secretaría de Relaciones Exteriores de México había advertido sobre el riesgo que implicaría la aplicación de aranceles o impuestos a las remesas. El Gobierno mexicano ha calificado esta posibilidad como una amenaza directa al bienestar de los hogares que dependen de estos envíos, especialmente en comunidades rurales.

El impacto de esta caída podría sentirse más allá de lo económico. Las remesas no solo representan ingresos, sino también un símbolo del esfuerzo de millones de migrantes. Por ello, las autoridades mexicanas insisten en mantener un diálogo abierto con sus contrapartes estadounidenses para evitar medidas que afecten negativamente a esta población.