Según un reporte de esta semana, las políticas de seguridad de Trump funcionaron. Que ya bajaron los cruces ilegales como nunca antes. Que la frontera está más protegida.

Y pues sí… pero de acuerdo con una nota del Semanario Zeta, de Tijuana, en esta semana que termina con Febrero, no es por las razones que uno pensaría. No es que la Guardia Nacional mexicana y la Patrulla Fronteriza sean ahora súper eficientes. No. Es porque los polleros se pusieron exclusivos y ahora cruzar al otro lado cuesta un ojo de la cara… y la mitad del otro, por no hablar de otros órganos del cuerpo.

Antes, según cuenta un pollero anónimo al semanario de Tijuana, con unos cientos de dólares y la bendición de Dios, te aventabas la travesía. Ahora, la tarifa mínima anda por los 15 o, ¡20 mil dólares! Así es, lo que antes pagabas por una televisión grandota, hoy te cuesta un carro del año.

El «sueño americano» ahora tiene el precio más caro, porque si no pagas, no llegas… o peor, llegas, pero en cachitos.

Los cárteles en Baja California vieron que contrabandear humanas y humanos dejaba más que vender chucherias de contrabando chino en la garita y monopolizaron el negocio. Ahora no solo manejan drogas de aquí para allá y armas de allá para acá; sino también la migración. Como si fueran un paquetes turísticos y, también hay VIP: «Experiencia adrenalina extrema: cruce nocturno con guía armado, aunque sin garantía de éxito». Pero eso sí, el cobro es por adela y sin testigos, no hay devoluciones y si te agarran, pues ni modo. Ya te chin…

La ironía es tremenda. La «gran estrategia» para frenar la migración de reforzar la seguridad, el muro y los drones también lograron que los polleros se volvieran tan caros que casi nadie los puede o quiere pagar. ¿Quién necesita más deportaciones cuando ese mercado solito se regula? Por eso la frustración de Trump, porque no hay deportaciones masivas. Es como si subieran tanto el precio del tequila que ya casi nadie se emborracharía. Y técnicamente funcionaría. No les estoy dando ideas a los productores para enfrentar los aranceles.

Y claro, para terminar con el tema de hoy, señalamos que los que se aventuran sin dinero son los más desafortunados. Porque pagan con sus vidas, o terminan traficando para los mismos cárteles que los cruzan. Porque no hay fiado ni descuentos por cliente frecuente.

Así que ahí lo tienen, damas y caballeros: menos migración, pero no porque la frontera sea infranqueable, sino porque los polleros ahora cobran como si fueran un Uber Black Aéreo.

El «sueño americano» sigue allá, solo que ahora cuesta más caro que nunca. ¡Y sin opción a meses sin intereses!