Anadith Tanay Reyes Álvarez, una niña de ocho años, nacida en Panamá y de padres hondureños,  fue vista por el personal médico de la frontera, en varias ocasiones en un período de tres días debido a fiebre, síntomas similares a los de la gripe y dolor. Aunque, la enfermera se negó a llamar a una ambulancia a pesar de las solicitudes de la madre. 

La niña sufría de anemia de células falciformes y tenía antecedentes de enfermedad cardíaca congénita, información que el personal médico no parecía tener en cuenta. La familia informó sobre su historial médico, pero no se tomaron las medidas adecuadas. 

Las normas de la agencia establecen que la detención no debe durar más de tres días, pero eso a menudo no se cumple, ya que los tiempos de procesamiento promedio se han alargado mucho en los últimos años.

Después de que la niña diera positivo en la prueba de gripe, la familia fue llevada a la instalación de Harlingen con el propósito de aislarlos médicamente. Durante su estancia en esa instalación, las cámaras de seguridad no estaban en funcionamiento, por lo que los investigadores han tenido que reconstruir los sucesos basándose en entrevistas.

Después de empeorar sus síntomas, incluyendo dificultad para respirar, la niña murió horas después de una visita a la enfermera.

De acuerdo con el informe, otro miembro del personal médico mencionó haber llevado "una gran cantidad de documentos" y algunas tabletas de ácido fólico desde la residencia de la familia hasta la enfermera en la mañana en que la niña falleció. El ácido fólico, conocido también como vitamina B9, puede ser utilizado para ayudar en el tratamiento de la anemia.

Aunque la enfermera permitió que Álvarez tomara una tableta, se negó a revisar los documentos, según lo reportado por la CBP. La madre llevó en brazos a la niña, quien parecía tener convulsiones, hasta ese momento llamaron a emergencias, pero una hora después murió. 

 La autopsia reveló acumulación de líquido en su cavidad torácica. Esta tragedia ocurrió en una instalación de la Patrulla Fronteriza y de Aduanas, donde las cámaras de seguridad no funcionaban y se había prolongado el tiempo de detención más allá de lo permitido. 

"Mataron a mi hija porque estuvo casi día y medio sin poder respirar", dijo la madre en una entrevista. "Ella lloró y suplicó por su vida y la ignoraron. No hicieron nada por ella".

El jefe interino de CBP, Troy Miller, en una declaración mencionó que su muerte fue "una tragedia profundamente perturbadora e inaceptable".

"Varios proveedores médicos involucrados en este incidente ahora tienen prohibido trabajar en las instalaciones de CBP", dijo.

Otro niño hondureño también murió en custodia en ese mismo período. Las autoridades han tomado medidas disciplinarias y se está llevando a cabo una revisión de los procedimientos médicos en todas las instalaciones.