En lo que va del año, el peso le ha ganado 12 por ciento de terreno al dólar, situación no vista desde el 2016. En casas de cambio, el tipo de cambio ya puede encontrarse hasta en 16.90 por unidad. Esta situación trae consigo ganadores y perdedores en la región Calibaja, donde la dinámica económica está profundamente arraigada al tipo de cambio y al intercambio comercial entre las comunidades de ambos países.

Desde antes de la pandemia de covid-19, Tijuana enfrenta una oleada de migrantes inversos, es decir, aquellos mexicanos con ciudadanía estadounidense que se han mudado de San Diego y otras regiones a esta ciudad en busca de rentas más baratas y precios de servicios básicos más accesibles.

La caída del precio del dólar significa para quienes ganan en dólares, que ahora tienen menor poder adquisitivo. Si bien la mayoría de las rentas de los hogares son cobradas irregularmente en dólares, el resto de las necesidades como comida, agua, gas, combustible, electricidad y diversión se pagan en pesos. Los migrantes de EU en México y sus renteros son los perdedores de este escenario.

En términos macroeconómicos, una tasa de cambio que ronda los 17 dólares por moneda estadounidense favorece a los importadores, ayuda en la gestión gubernamental de la deuda y asiste en contener el aumento de precios en bienes importados. Por otro lado, una paridad tan disminuida con el dólar afecta a los exportadores, a las actividades que se basan en las monedas extranjeras como el turismo y reduce la capacidad de compra de los miles de mexicanos que reciben remesas año tras año.

Los claros ganadores son quienes pagan rentas en dólares, pero reciben ingresos en pesos, una situación común en toda la frontera norte de México.