Según los datos de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (Enigh) del 2022, realizada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) en México, los ingresos de los hogares más pobres del país dependen en gran medida de las ayudas del exterior.

 

Transferencias como los apoyos del Gobierno, remesas enviadas desde otros países y becas, constituyen el 17,2% de los ingresos monetarios de los mexicanos, ubicándose solo por debajo de los ingresos obtenidos por el trabajo.

 

Sin embargo, para los hogares más pobres, estas transferencias representan un impresionante 66% de sus ingresos, mientras que para el decil I de ingresos más bajos, sin estas ayudas, apenas obtendrían un ingreso trimestral de 4.392 pesos.

 

La brecha entre ricos y pobres es evidente en la distribución de ingresos. Los hogares del decil I, que son los de menores ingresos, representan solo el 2,1% del ingreso corriente total, mientras que los hogares del decil X, los más acaudalados, concentran el 31,5% de los ingresos. Esto se ve agravado por el hecho de que los hogares más ricos reciben el triple de programas sociales en comparación con los más pobres, y el monto promedio de las transferencias por persona es casi cuatro veces mayor en el decil X que en el decil I.

 

La alta inflación y el aumento en el gasto de los hogares en alimentos y bebidas han sido un desafío para la población más vulnerable. La presidenta del Inegi, Graciela Márquez, señaló que el 70% del gasto de los hogares se destina a alimentos, transporte, educación y esparcimiento.

 

La situación es más complicada para ciertos grupos, como las mujeres, las personas con discapacidad y los indígenas, quienes enfrentan desigualdades adicionales. Las mujeres tienen una brecha salarial de género del 35%, las personas con discapacidad tienen ingresos inferiores y los indígenas ganan un 24,5% menos que el promedio nacional.