A pesar de su reconocida infraestructura, San Diego enfrentó una crisis tras la tormenta que azotó el área, incluyendo inundaciones, cierres de autopistas y numerosos accidentes de tránsito.

La Patrulla de Caminos de California (CHP) informó que al menos 300 choques ocurrieron durante la tormenta. Además, se cerraron entre 12 a 15 puntos en carreteras locales y dos importantes autopistas: la 78 entre Vista y Oceanside y la 15 cerca de Oceanview Boulevard en el sur de San Diego. Estos cierres fueron causados principalmente por la acumulación de agua, que dejó a cientos de vehículos paralizados.

La situación fue tan extrema que los residentes de Shelltown, una de las zonas más afectadas, recurrieron a kayaks para navegar por sus calles inundadas y verificar el bienestar de sus vecinos. Parques del condado y un Parque de remolques RV en National City también sufrieron inundaciones, provocando el desplazamiento de sus habitantes.

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La ciudad experimentó una caída histórica de lluvia, registrando más de 7.5 centimetros en National City y 4 pulgadas en otras áreas, cifras que normalmente se acumulan en cuatro días de lluvias intensas. El fenómeno meteorológico no solo causó inundaciones, sino que también resultó en la formación de baches y un socavón en la zona de Miramar.

Los efectos de la tormenta se extendieron a la infraestructura eléctrica y de transporte. Los cortes de energía forzaron la cancelación de clases en Barrio Logan y afectaron la autopista 5 cerca del César Chávez Parkway. Además, varias estaciones del trolley, incluyendo la de la calle 65 en Lemon Grove, suspendieron su servicio, siendo reemplazadas temporalmente por autobuses shuttle.

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Para el martes, la mayoría de los efectos de la tormenta se habían mitigado, y la ciudad comenzó a regresar a la normalidad.