Cientos de migrantes en Tijuana quedaron varados y no alcanzaron a cruzar antes de la llegada de Donald Trump, debido a las fallas que se registraban en la aplicación CBP-One y la saturación del sistema.

En los albergues de migrantes esperan una cita para pedir asilo político. María Guadalupe Hernández Guevara lleva dos meses esperando en el Albergue de Migrantes Juventud 2000, junto a su esposo y seis hijos.

“Estamos angustiados porque uno no sabe lo que va a pasar. Qué más quisiera haber cruzado antes de que llegara Donald Trump. No sabemos qué va a pasar ahora con el nuevo presidente y no sabemos si va a quitar el programa (CBP-One)”, dijo.

Comentó que está desesperada, pues no sabe si continuará con el proceso de solicitudes de asilo de manera legal. Para María Guadalupe Hernández Guevara, cruzar hacia Estados Unidos de manera ilegal no es una opción, pues señala que no cuenta con el recurso económico para pagar a un "pollero".

“Nos quedamos sin nada, todo lo dejamos en Michoacán, y ya no podemos regresar porque nos van a matar”, afirmó.

María huyó de la violencia de su natal Michoacán, donde querían reclutar a sus hijos en grupos criminales y, al negarse, abusaron sexualmente de dos de sus hijas.

Dice que es difícil vivir en una casa de campaña de 2 m² donde duermen ocho personas, pero al menos sabe que aquí no serán abusados física ni sexualmente.

Por otro lado, la señora María Modesta Obeso Castro, de 58 años, lleva dos meses viviendo en Tijuana con su hijo con discapacidad, Eddie Esaú Díaz, de 23 años, en una pequeña casa de campaña de 1 m². Señala que tendrá que regresar a Chiapas, ya que en Honduras teme por su vida.

“Tengo que regresarme a Chiapas, que está más cerca de Honduras, porque no me ha salido la cita y aquí la vida es muy cara. A otras personas les salió, pero yo no sé por qué a mí no. Siento que es como si fuera un castigo. Me he enfermado mucho acá en Tijuana; estuve a punto de ser operada de la vesícula, aún la tengo muy inflamada. Mi hijo también se puso grave”, señaló la mujer, desesperada.

Lamenta no haber sido recibida antes de la llegada de Donald Trump, pues no sabe si aceptarán su solicitud de asilo para ella y su hijo, pero continuará insistiendo en obtener una cita desde el estado de Chiapas. Tijuana es una ciudad cara para vivir.

“Voy a esperar pacientemente la cita, pero no sé qué pasará después del 20 de enero en adelante. No queremos pasar ilegalmente porque tenemos miedo de que nos deporten. No voy a pasar de manera ilegal; yo respeto las leyes”, afirmó.

El Instituto Nacional de Migración de Baja California procesa diariamente un promedio de 500 personas migrantes de alrededor de 176 nacionalidades por la Garita El Chaparral de Tijuana. Es decir, alrededor de 15,000 migrantes llegan a esta ciudad fronteriza mensualmente a través de la aplicación CBP-One, pero no tuvieron esa suerte las familias de estas dos mujeres, provenientes de Michoacán, México, y Honduras, que lo único que desean es buscar el sueño americano y un mejor futuro para sus familias.