SECCIONES

Siguenos en nuestras redes sociales

logo bajanews

BAJA

NEWS

CALI-BAJA NACIONAL INTERNACIONAL DEPORTES ENTRETENIMIENTO VIDA Y ESTILO POLICIACA CIENCIA Y TECNOLOGÍA BUSINESS

Suscríbete

El periodo neoconservador: ¿Una nueva era disfrazada de transformación?

OPINIONES

31-01-2025


Foto: Cortesía

Foto: Cortesía

Redacción BajaNewsMx
Compartir
Editorial bajanews.mx| BajaNews
Publicado: 31-01-2025 20:18:09 PDT

Desde Feeling,MX

El discurso oficial de la Cuarta Transformación (4T) en México se ha centrado en repudiar el modelo neoliberal que, según sus propias palabras, marcó un periodo de desigualdad, corrupción y subordinación a los intereses económicos extranjeros. Bajo esta premisa, el gobierno actual se ha presentado como un agente de cambio, un rompimiento con las prácticas del pasado y una apuesta por la justicia social. Sin embargo, a más de seis años del inicio de este proyecto político, surge una pregunta incómoda: ¿ha terminado realmente el «periodo neoliberal» o estamos siendo testigos de una nueva etapa que podría llamarse «el periodo neoconservador»?

 

La idea de un periodo neoconservador no es descabellada si analizamos las acciones y narrativas del actual gobierno.

 

En principio, el neoconservadurismo no implica una adhesión literal al conservadurismo tradicional, sino una reinterpretación de valores y políticas que, paradójicamente, pueden ser igual de regresivas que las que se busca combatir.

 

El retorno del centralismo y la concentración del poder

 

Uno de los pilares de la crítica al neoliberalismo era la descentralización excesiva que debilitó la capacidad del Estado para intervenir en asuntos vitales como la educación, la salud y el bienestar social. La 4T ha buscado revertir esta tendencia con una concentración de poder en el Ejecutivo que, aunque podría justificarse bajo el argumento de eficiencia, también genera preocupación por el debilitamiento de contrapesos institucionales y la marginación de otros actores políticos.

 

En este sentido, el uso reiterado del discurso nacionalista para justificar decisiones unilaterales recuerda las tácticas de gobiernos autoritarios que, bajo la bandera del bien común, terminan restringiendo derechos fundamentales y espacios de participación ciudadana.

 

Políticas sociales: ¿redistribución del presupuesto o fomento a la dependencia?

 

El gobierno actual ha apostado por programas sociales como pilares de su estrategia para combatir la desigualdad. Si bien estas iniciativas, se dice que han logrado impactar en los sectores más vulnerables, también han sido criticadas por fomentar una dependencia directa del Estado, en lugar de promover el desarrollo sostenible y la autonomía económica.

 

Al mismo tiempo, la narrativa de polarización entre «ricos y pobres», «neoliberales y cuatroteístas» -y ¿neoliberales y neoconservadores?- refuerza una visión dicotómica que limita el debate y perpetúa la división social. Este enfoque recuerda los valores neoconservadores de «orden y disciplina a rajatabla», que suelen sacrificar la pluralidad en favor de una supuesta unidad nacional.

 

El culto al liderazgo

 

En el corazón de la 4T se encuentra un liderazgo carismático que ha sabido conectar con amplios sectores de la población. Sin embargo, esta figura central también ha fomentado un culto a la personalidad que debilita la institucionalidad democrática. Las decisiones unipersonales, la descalificación de críticas y la estigmatización de opositores son características que, lejos de romper con el pasado, se asemejan a prácticas conservadoras de control y dominación política.

 

Así que…

 

Si el «periodo neoliberal» fue criticado por priorizar los intereses del mercado sobre los de la sociedad, el «periodo neoconservador» de la 4T podría ser recordado por priorizar el control del poder sobre la verdadera transformación. La concentración de decisiones, la dependencia social y el discurso polarizante son señales de un modelo que, aunque se autoproclame progresista, está cimentado en principios que limitan la diversidad y la autonomía ciudadana.

 

Quizá sea hora de preguntarnos si realmente estamos avanzando hacia una transformación o si, en cambio, nos encontramos atrapados en una nueva etapa de conservadurismo disfrazado de cambio. Como sociedad, tenemos el deber de cuestionar, debatir y exigir claridad en los objetivos y resultados de este proyecto político. Solo así podremos construir un futuro que trascienda las etiquetas y responda a las verdaderas necesidades del país.