La violencia extrema que sufren las mujeres migrantes en su camino hacia Estados Unidos continúa siendo una realidad alarmante. Abusos sexuales, violencia física, y la constante amenaza de ser víctimas de trata de personas y grupos criminales son solo algunos de los riesgos que enfrentan, según denuncian organismos civiles. Entre ellos, Yoselin Paredes, directora y fundadora de la asociación Yes She Can, We Can.

"Veamos con perspectiva de género lo que implica la movilidad humana. Las mujeres menstruamos, las mujeres gestamos, las mujeres necesitan tomar pastillas anticonceptivas, porque saben que de facto serán violadas durante su tránsito. Saben que pueden ser víctimas de trata y del crimen organizado, y nadie está hablando de esto. Me pregunto, ¿por qué no se aborda la migración desde un enfoque de género?" destacó Paredes.

La activista también señaló que los desafíos para las mujeres son aún mayores debido a las largas travesías que enfrentan, a menudo acompañadas de sus hijos y sin acceso a necesidades básicas de higiene, como toallas sanitarias o tampones. También carecen de control médico durante el embarazo mientras atraviesan diversas regiones.

Estas declaraciones coinciden con los testimonios de mujeres migrantes varadas en Tijuana, donde esperan asilo en Estados Unidos, mientras siguen enfrentando las secuelas de los abusos sufridos durante su travesía.

Rosa Azucena, originaria de Guatemala, huyó con sus tres hijas de la violencia ejercida por su esposo. Durante el viaje, fueron víctimas de secuestros y abusos a lo largo de su recorrido, en especial cuando Rosa estaba avanzada en su embarazo.

"En Tapachula nos secuestraron. Estuvimos casi un mes secuestradas y fue muy difícil. Mis hijas quedaron traumadas. Muchos piensan que venimos buscando dinero, pero venimos huyendo de muchas cosas, arriesgando mucho más. Yo venía con mis tres hijas, sin saber que estaba embarazada. Me tocó subirme al tren 'La Bestia' estando ya en cinta", relató Rosa Azucena.

Rosa dio a luz a su tercera hija en Tijuana, y recuerda que no sabía que estaba embarazada cuando comenzó su viaje, por lo que no recibió atención prenatal. A lo largo de su recorrido por México, desconocía su estado y no contó con el control adecuado para su embarazo.

Por otro lado, María Guadalupe, originaria de Michoacán, huyó con sus hijas de la violencia extrema de grupos criminales que abusaron sexualmente de ellas.

"Nos golpearon y violaron a mis dos hijas. Tuvimos que irnos porque querían llevárselas para que trabajaran con ellos. Decidimos mejor venirnos", explicó María Guadalupe.

A pesar de la violencia sufrida por estas mujeres, los organismos civiles advierten que los abusos quedan impunes, pues en su mayoría no son denunciados. Además, las mujeres migrantes son revictimizadas al intentar denunciar. En muchos casos, las autoridades locales rechazan las denuncias, lo que complica aún más la situación, según indicó Viridiana Ramírez, presidenta del colectivo Mal Habladas.

"Estamos recibiendo casos de mujeres que han sido violadas durante su trayecto en las caravanas migrantes, pero no reciben la cobertura ni atención necesaria. Se han tenido que canalizar a través de organizaciones como Corazón Naranja para buscar justicia. Por ejemplo, una compañera migrante fue violada en 'La Bestia', su hija fue violada, su esposo asesinado durante la caravana, y en Tijuana no le querían levantar ninguna denuncia", denunció Ramírez.

A pesar de estos abusos, las mujeres migrantes continúan su lucha. Buscan una vida mejor para sus hijos, huyen de la violencia en sus países de origen, solo para encontrar más violencia a lo largo de su viaje hacia Estados Unidos.