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Capítulo IV de Aventuras de un cubano en México

OPINIONES

17-04-2023


Capítulo IV de Aventuras de un cubano en México IFOTO: Baja News

Capítulo IV de Aventuras de un cubano en México IFOTO: Baja News

Redacción BajaNewsMx
Editorial bajanews.mx| BajaNews
Publicado: 17-04-2023 17:11:18 PDT

“Me casé contigo por tres cosas: por la iglesia, por lo civil, y por imbécil que fui”

Una noche, un par de meses después, estábamos sentados a la mesa, después de regalarnos una buena cena preparada por mí, cuando hablamos de un comentario que nos había llegado de que nos resultaría un poco más fácil presentarnos en la Embajada de México como matrimonio que como dos personas por separado. En ese momento le pregunté si se atrevía a casarse conmigo. Me preguntó cuándo y le contesté aquí y ahora. Le tomé una mano y le dije las palabras rituales según las recordaba. A partir de ese día, estábamos moralmente casados, cuarenta y cinco  años después de habernos conocido. Mi sueño de juventud se hizo realidad y también su sueño de ser feliz, aunque fuera, para ambos, al final de una larga espera.

 

Un par de meses después, decidimos casarnos por lo civil. Un famoso humorista cubano, le dijo un día a su esposa de la televisión: “Me casé contigo por tres cosas: por la iglesia, por lo civil, y por imbécil que fui”. Ese es un chiste recurrente para nosotros, aunque no tiene nada que ver con nuestro caso, ni con nuestra relación.

 

Mi hijo nos dijo que fijáramos la fecha para preparar un viaje a Cuba con su esposa y sus dos hijos y nuestra nuera se ofreció para traerle el vestido y los zapatos para la ceremonia. Mi hijo a su vez, decidió que me traería una corbata –algo que en Cuba es muy difícil de conseguir a pesar de su simpleza, un buen pantalón, un cinturón de calidad y sobre todo, unos zapatos nuevos. Hacía más de diez años que no me compraba algo nuevo y de cualquier modo, todo aquel atuendo nos hubiera costado una fortuna, en el remoto caso de haberlas conseguido por nuestra cuenta. 

 

Cuando vimos las fotos de las cosas que nos iban a traer, nos sentimos como dos niños desamparados con juguetes nuevos. 

 

Nos quedaba por delante una buena tarea: conseguir un turno en una notaría del Palacio de los Matrimonios de La Habana Vieja, situado en el céntrico Paseo del Prado, organizar toda nuestra documentación para que no hubiera dificultades legales de última hora y comenzar las investigaciones para alquilar un auto particular, una reservación en un hotel de Varadero para la luna de miel y adecuar las condiciones necesarias para alojar a nuestros cuatro visitantes en un apartamento de una sola habitación. Y averiguar qué teníamos que hacer para poder viajar después a México.

 

Pues primero, lo primero –me dije--. Y lo primero era buscar que todos nuestros documentos legales estuvieran en regla. He aquí que cuando fui a buscar mi certificación de nacimiento, me habían eliminado el segundo nombre. Indagando, alcancé a saber que las oficinas del Registro Civil del Sur de La Habana, donde fui inscrito, se habían incendiado dos años antes, el libro donde constaba que yo había nacido alguna vez, solo se había quemado parcialmente, y al transcribirlo a un nuevo registro, quien hizo el trabajo tenía prisa o era una persona ahorrativa y se almorzó mi segundo nombre, lo cual constituía un enorme problema, porque todos los documentos de mi vida estaban con los dos, incluso mis libros, pero realmente, tengo una poderosa razón para perdonar eso, porque un año después, en Guadalajara, mi esposa me dijo que la acompañara a la zapatería “Dos hermanos”. Ella asesinó sumariamente al tercero.