El arzobispo metropolitano de Tijuana, Francisco Moreno Barrón, expresó su preocupación por la ausencia de una estrategia por parte del gobierno para recibir a los mexicanos deportados que hayan cumplido condenas en los Estados Unidos, especialmente aquellos con antecedentes delictivos, y para reintegrarlos socialmente.

“Me preocupa, y esto debe ser tomado muy en serio por el Gobierno, que no tengamos una estrategia claramente definida para recibir a aquellos que han sido enviados como delincuentes. ¿Qué vamos a hacer con ellos? No podemos permitir que lleguen a una sociedad como la de Tijuana una gran cantidad de personas con antecedentes criminales o con conductas sociales graves”, señaló.

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El líder de la Iglesia Católica hizo un llamado a las autoridades estatales, municipales y federales para que se realice un seguimiento adecuado de cada persona repatriada hacia Tijuana, ya que, a su juicio, no se les está brindando la atención necesaria.

“Creo que esto exige un proyecto serio, no basta con decir que los vamos a recibir y que ya tenemos un centro para atenderlos. Es necesario que se nos informe de manera detallada sobre la condición de cada uno de ellos”, apuntó.

Además, destacó que el gobierno federal y estatal debe exigir a Estados Unidos entregar los antecedentes de cada repatriado para que México pueda tomar las acciones pertinentes y evitar que estos individuos se conviertan en presas fáciles para los delincuentes locales.

“Se puede solicitar al gobierno de Estados Unidos información sobre la causa específica de la deportación de algunos de ellos, que son considerados delincuentes, para que México pueda actuar en consecuencia. Todo esto, por el bien de la estabilidad de nuestra sociedad”, subrayó el Arzobispo.

Aunque autoridades del gobierno estatal han asegurado que no han recibido personas deportadas provenientes de prisiones estadounidenses, en el Centro de Atención Flamingos se han observado mexicanos que han cumplido condenas, algunos de los cuales aún visten sudaderas y pantalones grises, el uniforme característico de las cárceles de los Estados Unidos.

Uno de los deportados, identificado como Juan, quien pasó más de 20 años recluido en una prisión de California, aunque no detalló los delitos cometidos, aceptó que se trataban de crímenes graves o felonías.

“No consta a nadie aquí. Casi toda mi vida la pasé en la cárcel”, comentó Juan al salir del albergue Flamingos en Tijuana.

Juan salió sin un destino claro y sin familiares que lo recibieran el pasado jueves 30 de enero, mismo día en que la gobernadora Marina del Pilar Ávila Olmeda y el Secretario General de Gobierno, Alfredo Álvarez Cárdenas, aseguraron que no habían recibido mexicanos repatriados que hubieran purgado una condena en prisiones de Estados Unidos.