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El nombre del nuevo papa: entre tradición, simbolismo y expectativas

VIDA Y ESTILO

06-05-2025


Foto; Web

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Redacción BajaNewsMx
Editorial bajanews.mx| BajaNews
Publicado: 06-05-2025 10:03:50 PDT

Mañana, 133 cardenales se encerrarán en la Capilla Sixtina para dar inicio al cónclave

Mientras el Vaticano se prepara para recibir al sucesor del papa Francisco, una incógnita adicional al nombre del elegido comienza a generar especulación: ¿cómo se llamará el nuevo pontífice? Lejos de ser un detalle menor, el nombre papal representa desde hace siglos un mensaje inicial sobre el tono, la visión y las prioridades del nuevo líder de la Iglesia católica.

 

Mañana, 133 cardenales se encerrarán en la Capilla Sixtina para dar inicio al cónclave. Solo cuando uno de ellos obtenga los votos necesarios y se asome al balcón de la basílica de San Pedro, acompañado por el tradicional "Habemus papam", el mundo conocerá su rostro, su nombre... y el rumbo que pretende imprimir a su pontificado.

 

La elección del nombre es uno de los primeros actos que realiza el pontífice recién elegido. Según el protocolo, luego de aceptar el nombramiento en el interior de la Sixtina, se le pregunta qué nombre desea adoptar. Acto seguido, se comunica al público con la fórmula en latín “qui sibi nomen imposuit” (que ha decidido llamarse...), cerrando así un rito que tiene siglos de historia.

 

Aunque muchos creen que esta costumbre tiene un origen bíblico recordando que Jesús rebautizó a Simón como Pedro, lo cierto es que durante los primeros siglos del cristianismo los obispos de Roma solían conservar sus nombres originales. Fue recién en el año 533 cuando Mercurio, elegido papa, optó por llamarse Juan II, al considerar inapropiado portar el nombre de una deidad pagana. Desde entonces, muchos sucesores adoptaron nombres de santos, apóstoles o mártires como gesto de devoción o inspiración.

 

El nombre papal se ha convertido en una suerte de manifiesto. En 2013, Jorge Mario Bergoglio eligió llamarse Francisco, en honor a San Francisco de Asís, patrón de los pobres. El gesto no fue casual: fue una forma de anunciar que su pontificado estaría centrado en la humildad y la cercanía con los más necesitados.

 

Algo similar ocurrió con Juan Pablo I, que en 1978 sorprendió al combinar dos nombres como homenaje a sus predecesores: Juan XXIII y Pablo VI, impulsores del Concilio Vaticano II. Su pontificado fue breve —apenas 33 días—, pero su sucesor, Juan Pablo II, prolongó ese legado durante más de 26 años.

 

A lo largo de la historia, algunos nombres se han repetido una y otra vez. El más elegido ha sido Juan, con 21 apariciones, seguido por Gregorio (16), Benedicto (16) y Clemente (14). También figuran con frecuencia nombres como Inocencio, León, Pío, Esteban, Bonifacio y Urbano.

 

oseph Ratzinger, por ejemplo, eligió ser Benedicto XVI, en honor a Benedicto XV papa durante la Primera Guerra Mundial y a San Benito de Nursia, considerado el patrón de Europa. Una forma de expresar su intención de guiar a la Iglesia en tiempos de crisis y reforzar su identidad en Occidente.