En un momento crucial en la educación mexicana, nos encontramos a las puertas del ciclo escolar 2023-2024 y, sin lugar a dudas, la discusión en torno a los libros de educación pública popularmente conocidos como “libros de texto gratuitos”, ya ha alcanzado un punto absurdo.

Esas publicaciones, destinadas a guiar y respaldar el aprendizaje de millones de estudiantes de la educación básica en todo México, han suscitado debates y preocupaciones considerables.

La semana pasada, un ministro de la SCJN otorgó la primera suspensión de la distribución de los nuevos materiales anti-educativos de la llamada nueva escuela mexicana, argumentando posibles violaciones en los procedimientos para la aprobación de los contenidos. Esta semana, la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha dictaminado una segunda suspensión añadiendo más combustible a la controversia.

Una pregunta que surge en medio de esta polémica es: ¿Por qué no considerar la digitalización de los libros de texto del ciclo escolar anterior? Especialmente en la era actual, donde la educación a distancia ha sido el punto de enfoque debido a los retos planteados por la pandemia, entonces, parece razonable cuestionar por qué no se ha explorado esta alternativa.

Sería una oportunidad para aprovechar la transformación digital que hoy vivimos.

La digitalización de los libros de texto anteriores podría ser una solución efectiva para diversas problemáticas. Permitiría una mayor flexibilidad en el acceso al contenido educativo, ya que los estudiantes podrían acceder a los materiales desde cualquier lugar con una conexión a Internet; algo que de todas maneras hacen usando Wikipedia y otras opciones. Además, la actualización y revisión de los contenidos serían más sencillos y ágiles. Por supuesto, sería muy fácil sin la controversia actual sobre los procedimientos de aprobación. Y más aún, si se hace de la forma correcta, sin la propaganda ideológica que hoy condenan las sociedades de padres de familia de todo el país.

Es cierto que la digitalización plantea sus propios desafíos, como la disponibilidad de dispositivos y la conectividad en áreas remotas, es un camino que merece consideración. La inversión en tecnología educativa, junto con estrategias para garantizar el acceso equitativo, podría abordar estas preocupaciones y brindar una solución más moderna y adaptable a las necesidades cambiantes de los estudiantes y el sistema educativo en su conjunto.

Por todo lo anterior, es absolutamente estéril el debate sobre los libros de texto gratuitos en México, y no parece estar llegando a su fin con los amparos promovidos. Sin embargo, ante la creciente controversia y las suspensiones judiciales, es esencial explorar alternativas como la digitalización de los libros de texto anteriores -aprobados para todos- para garantizar un acceso más equitativo y una mayor agilidad en la actualización de contenidos.

La educación es un pilar fundamental de cualquier sociedad y hoy es imperativo que se aborden estas cuestiones con una visión de largo plazo, manteniendo siempre el objetivo de brindarnos una educación de calidad para todos los que estamos ávidos de aprender, pero sobre todo para las generaciones venideras.   

 

 

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