A medida que se acercan las elecciones presidenciales en México, es crucial reflexionar sobre dos posibles futuros que podrían desplegarse según el resultado de las urnas. En este escenario hipotético, contemplamos dos rutas distintas, cada una encabezada por una mujer: Xochitl Gálvez y Claudia Sheinbaum.

 

Si Xochitl Gálvez emergiera como la ganadora, ¿qué implicaría para los mexicanos? Existe la expectativa de una mejora económica, un horizonte donde el número de casos de corrupción y homicidios disminuya, con una administración federal que no se dedique a culpar constantemente al pasado por los problemas presentes. Además, se aseguraría la garantía de un ciclo democrático donde, si su gobierno no satisface las expectativas, los ciudadanos tendrán la oportunidad de elegir un nuevo rumbo para el país.

 

En contraste, una continuidad del gobierno de Claudia Sheinbaum podría significar una prolongación de la línea actual, con más desafíos. Podríamos ver una persistencia en la escalada de homicidios y feminicidios, una inestabilidad económica exacerbada por la inflación y un discurso oficial que contradice la realidad que viven muchos ciudadanos. Seguirían las constantes referencias al pasado como chivo expiatorio, que podrían mantenerse como una estrategia, evitando asumir responsabilidades y encontrar soluciones reales para los problemas presentes.

 

Sin embargo, más allá de las políticas y promesas, hay elementos aún más críticos en juego. La consolidación de un gobierno que atente contra la democracia es una preocupación seria. Un escenario donde las instituciones fundamentales, como la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), el Instituto Nacional Electoral (INE) o el Tribunal Federal Electoral, sean cooptados, lo que podría amenazar el futuro democrático del país.

 

La corrupción, el nepotismo, la hipocresía y las mentiras, señaladas como problemas actuales, podrían profundizarse bajo una administración continuada que no respeta los principios democráticos. La posibilidad de que los ciudadanos pierdan la capacidad de cambiar de rumbo democráticamente es una amenaza real que no se puede subestimar.

 

Es imperativo para los ciudadanos considerar estos aspectos cruciales al acercarse las elecciones.

 

Más allá de preferencias políticas individuales, se trata de salvaguardar los valores democráticos que sustentan la sociedad mexicana. La elección de 2024 no solo moldeará el futuro político y económico, sino que definirá el curso mismo de la democracia en México.

 

La responsabilidad de decidir el modelo político no solo recae en las figuras políticas, sino en cada ciudadano. Nosotros somos la verdadera oposición. La participación informada y consciente es la clave para asegurar un futuro donde se preserven los valores democráticos, se promueva el progreso real y se aborden los desafíos con responsabilidad y transparencia.